Las buenas conversaciones

“Se necesita coraje para pararse y hablar, pero mucho más para sentarse y ESCUCHAR”
Winston Churchill.

Para tener conversaciones de calidad es importante saber escuchar, hacer buenas preguntas, tanto para clarificar el tema como para ayudar a pensar al otro, y recién allí hablar brindando las palabras adecuadas.¿Para qué hacer buenas preguntas? Porque las preguntas facilitan la reflexión. Habitualmente cuando alguien nos cuenta algo tendemos a aconsejar, a decirle qué tiene que hacer y todo esto puede generar una actitud defensiva en el otro, porque eso es lo que nosotros haríamos y no es a la medida de la otra persona.
En cambio si hacemos buenas preguntas, acompañamos a que la otra persona piense, reflexione, qué desea hacer con esa dificultad. ¿Sos bueno en tus conversaciones?
¿Mantengo contacto visual con mi interlocutor?
¿Hago otra cosa mientras el interlocutor me habla?
¿Aconsejo?
¿Pienso en otra cosa mientras la persona habla?
¿Estoy más atento a lo que yo pienso que a escucharlo?
¿Mi atención es selectiva dependiendo de quien habla?
Estas preguntas pueden facilitar la reflexión.
Cuando escuchamos a nuestro interlocutor, se establece un complejo sistema interpretativo porque escuchamos desde nuestro pasado (se denomina escucha previa), desde nuestra historia, desde nuestros valores, opiniones. Escuchamos al otro no sólo desde las palabras, sino también desde nuestro cuerpo y emociones.
Te invito a registrar tu cuerpo. Si está tenso o flojo cuando conversas con alguien. ¿Con quién tu cuerpo está tenso y con quién flojo? ¿ Qué emociones te despierta cada persona? Todos estos factores se juegan en una conversación de calidad. Y ni te cuento cuando la persona que habla no tiene en cuenta sus palabras, al otro, al contexto. Después dicen “No sé por qué no tengo la respuesta que espero”.
La gestión de las emociones y tener las palabras justas, colaborarán en una buena conversación.