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El precio de callar
- octubre 14, 2025
- Publicado por: Consultora Monica Dreyer
- Categoría: Columna semanal

La columna pasada hablamos de las rutinas defensivas y me parece un tema muy relevante, cotidiano y que trae problemas. Chris Argyris llamó rutinas defensivas a conductas que usamos para protegernos. En pocas palabras, callamos lo que sentimos para no discutir. Pero además de callarlo, también escondemos el hecho de que lo estamos callando.
A ver si este ejemplo resulta familia. Una pareja está pensando el fin de semana. Daniela no está de acuerdo con ir a la casa de la suegra, pero no lo dice.
– Jaime le pregunta “¿Te pasa algo?”-
– Daniela “No nada” –
-Jaime “Es que te veo una cara….”
Seguramente Daniela no expresa su sentir para no desencadenar una discusión y no digo que es fácil hablar ciertos temas. Lo que sucede es que si no se habla también hay una tensión silenciosa.
Hay un concepto muy importante que es la diferencia entre una conversación privada y una pública. Conversación privada: lo que piensas y sientes por dentro, pero que no expresas. Conversación pública: lo que efectivamente dices en voz alta, frente a los demás y muchas veces oculta lo que realmente piensas.
En el caso de Daniela y Jaime, la conversación privada de Daniela es: “Me incomoda ir, preferiría quedarme en casa, pero si lo digo se va a enojar”.
Conversación publica: “Sí, vamos”.
Esa diferencia entre lo que sentimos por dentro (conversación privada) y lo que decimos afuera (conversación pública) crea un desajuste. Parece que todo está bien, pero en realidad no lo está. Daniela calla y no muestra señales de que lo está ocultando, y poco a poco acumula incomodidad y resentimiento. Jaime, sin saberlo, cree que a ella le gusta y repite el programa. El resultado es una tensión silenciosa que en algún momento sale por algún lado.
Romper este círculo no significa lanzar reproches, sino abrir un espacio de conversación. “Quiero que podamos pensar juntos y contarte que me pasa con ir todos los fines de semana a la casa de tu mamá” ¿Podemos conversar el tema?”.
El desafío no es solo hablar de la suegra o de los planes, sino aprender una manera distinta de conversar. No se trata de ganar o perder una discusión, sino de crecer como pareja, entendiendo las necesidades de ambos.
Ese es el verdadero aprendizaje: pasar de la rutina defensiva a una comunicación honesta que fortalezca el vínculo.